viernes, 17 de enero de 2014

REFLEXION FINAL SEMINARIO GÉNERO Y CREACIÓN

UNIVERSIDAD DE CALDAS
FACULTAD DE ARTES Y HUMANIDADES
PROGRAMA DE DISEÑO VISUAL
MAESTRÍA EN DISEÑO Y CREACIÓN INTERACTIVA

5ta. COHORTE

REFLEXION FINAL
SEMINARIO GÉNERO Y CREACIÓN
Carlos Alberto Beltrán Arismendi + Félix Augusto Cardona Olaya

Para iniciar esta reflexión acerca del género como una categoría de análisis dentro de procesos de investigación en cualquier disciplina, se trae como referencia esta noticia del periódico español El País (2010):

“Un británico, primera persona reconocida oficialmente como de género sexual neutro. Se operó para cambiar de sexo, pero tampoco se siente a gusto como mujer

El Registro de Nacimientos, Muertes y Matrimonios del Gobierno de Nueva Gales del Sur, en Australia, ha expedido un documento en el que se reconoce a Norrie May-Welby, originalmente un británico residente en aquel país, como una persona de "sexo no especificado". Se trata de la primera vez que se considera oficialmente a alguien como una persona de género neutro.
El documento recibido por Norrie es el certificado que las autoridades de Nueva Gales del Sur dan a los extranjeros residentes en Australia que han cambiado de sexo y quieren que tal cambio figure en su documentación. No se trata de una partida de nacimiento, ya que Norrie nació en Escocia (Reino Unido).
May-Welby nació hombre, pero en 1990 se sometió a una operación de cambio de sexo, aunque no se sintió cómoda como mujer. Como consecuencia de ello, solicitó ser considerado de género neutro y presentó los informes de dos médicos que le habían tratado que dictaminaban que era física y psicológicamente andrógino.
"El concepto de hombre o mujer no me encaja. La solución más simple es no tener ninguna identificación sexual", ha asegurado el británico (que se refiere a sí mismo/a como zie, para no usar el inglés he (él) o she (ella). De hecho, ningún doctor pudo precisar cuál era el género de Norrie, quien se autodefine como "psicológicamente andrógino". "Creo que a mucha gente le gustaría tener este tipo de certificado; incluso a muchas mujeres, porque el sexo femenino es a menudo discriminado".
La responsable de una organización de transexuales, Tracie O'Keefe, ha señalado que esto marca un antes y un después para aquellos niños cuyos doctores y padres están confusos acerca de su sexo al nacer y que incluso son operados. Se han dado casos de que los padres hayan optado por educar al bebé como niño, y encontrarse con que éste prefería ser chica en su adolescencia, y viceversa. Norrie no es un caso único. Como señala el Diario Digital Transexual la intersexualidad es un caso habitual, pero hasta ahora a las personas con esta situación se les obliga a elegir. La novedad es que a Norrie se le acepta no tener que optar. "Existe una corriente de tendencia en algunas personas trans, a que se las reconozca como sexo indeterminado en su DNI o partida de nacimiento, partiendo de la base de que no se sienten identificados con el binomio de hombre y mujer. O el de algunas personas intersexuales que quieren que en sus casillas aparezca directamente la mención del XY porque están perfectamente de acuerdo con su dualidad", indica la actriz y activista Carla Antonelli en su web.”

En esta nota periodística, se establece una noción para muchos desconocida, sobre el reconocimiento de las personas sobre si mismas, que se aleja de lo que normalmente debería ser, el “deber ser”, para iniciar un proceso de reconocimiento lejos de paradigmas clásicos y ortodoxos para categorizar mas que un rol sexual, el sentir, la manera de entender el mundo de los individuos dentro de una sociedad que no puede, no saber las diferencias que existen en las maneras de percibir y entendernos en el mundo de la vida[1] que es donde están nuestras experiencias, nuestras vivencias y subjetividades, son esenciales para las relaciones exteriores y causales que se dan con los objetos y los otros individuos y sus subjetividades, con lo cual, se construye el significado de aquello que constituye nuestras formas heredadas del pensar, del saber, del hacer y del sentir, asimismo, las que autoconstruimos con la experiencia.

Estas formas, tanto las heredadas como las autoconstruidas, definen los roles para cada sexo en las diferentes facetas de vida, donde cada uno de ellos establece diversos “significados de las categorías hombre y mujer según la época, el contexto, el lugar; cómo se crearon e impusieron las normas regulatorias del comportamiento sexual; cómo los asuntos relacionados con el poder y los derechos contribuían a las definiciones de masculinidad y feminidad; cómo las estructuras simbólicas que afectan las vidas y prácticas  de personas comunes y corrientes; cómo se forjaban las identidades sexuales dentro de las prescripciones sociales y contra ellas.” (Scott, 2008)

Tanto así, que a pesar de que el binomio: sexo/género, continúa en su lugar dentro de casi todo este mundo de la vida, muy a pesar de las largas discusiones y logros desde los años 20´s del siglo pasado, el género sigue supeditado a la ortodoxia bajo una mirada conservadora que solo ve en su definición una categoría de clasificación, a través de la continuidad y perpetuidad de condicionantes sociales, económicas, políticas y de hábitos dentro de nuestras sociedades. Por lo que como categoría de análisis continua buscando espacios de validación, en donde confirma cada vez, que ni el sexo, ni el género son producto de la naturaleza, sino de la cultura que en la asignación de roles de género, establece el sexo (Scott, 1996).

Esta idea, establece una diferenciación no tan clara entre sexo y el género, en donde el primero, en términos básicos e innatos se refiere a la biología y el segundo, a la cultura, sin embargo, cuando el género deja ser una categoría de clasificación y se comprende como una de análisis, su construcción infiere que también la asignación de sexos es cultural, “los significados biológicos son producto de la cultura”, mas allá de la condición y obligatoriedad de reproducción de la especie humana (Scott, 1996).

Con lo cual, se conforma una noción liminal, que alude al estado de apertura y ambigüedad anti-estructura y anti-jerarquía de la sociedad que lleva a que el binomio genero/sexo, deba verse inmerso en un campo mucho mas profundo de análisis, difícil, pero apasionante de abordar, donde disciplinas del diseño y la creación deben entrar a sentar posición. Debido a que sus campos de dominio deben crear productos destinados a necesidades con respecto a las posibilidades económicas y sobre todo culturales de los contextos a los cuales son proyectados, como ejercicios creativos de la cultura material.

Pues, para el diseño y la creación es inevitable el establecer la proyección de identidad cultural, entendida como la producción del entorno humano de cada grupo social, con particular referencia a la producción de objetos materiales que, genéricamente, podríamos definir como el mundo de las cosas producidas culturalmente”. (Emanuele Amodio citado por Pérez, 1997), mediante las cuales se va transformando el entorno, contextualizándolo.
Lo cual, se logra gracias al carácter proyectual de diseño, en el cual, las categorías de análisis constituyen variables susceptibles de valoración objetiva, puesto que surgen a partir de factores inherentes al producto, es decir, las prestaciones que ejerce y las posibilidades de uso y desuso que poseen, fruto de un proceso con referentes teóricos y pragmáticos que definen al consumo como la práctica sociocultural donde se construyen significados y sentidos del vivir, definiendo los comportamientos sociales (García, 2006), entre ellos los roles sexuales, sobre los cuales los diseñadores proyectan, piensan la sociedad y transforman contextos.
Por tanto, los proyectos de diseño deben establecer variables objetivas de análisis a los procesos de investigación que se requieren para que las características creadas a través de procesos cualitativos y cuantitativos, generen rigor científico, mas no método científico, para proyectar usos, “dado que los productos se hacen para la gente, la respuesta del usuario a un producto es una parte esencial de la investigación” (Margolin, 2002)
Así, la investigación en diseño debe lograr que los productos reflejen identidad con las raíces culturales del mercado dentro de su contexto, que “necesita alimentarse con originalidad, ya está saturado de copias, no admite interpretaciones textuales de otros productos” (Lesbalay, 2004:56) lo que permitiría transformar las debilidades del sistema productivo actual, en oportunidades al establecer al genero como una categoría que deber ser atendida en términos de la diversidad humana y una perspectiva amplia dentro de cada subjetividad.
Puesto que el mercado actualmente, estructura consumidores más educados en aspectos de diseño y las diferencias de poder adquisitivo son cada vez menos importantes, de manera que son los modelos de creación basados en investigación clara de los contextos y sus categorías de análisis, los que permiten una mayor posibilidad de éxito. Por esto, el diseño y la creación dentro del contexto latinoamericano debe orientarse a la creación de modelos propios, identificables y con valor agregado que rescaten las particularidades, tanto de subjetividades como de sociedades, a través de diseños que se desliguen de esquemas y experiencias europeas y norteamericanas del buen diseño, potencializando categorías de análisis dentro de sus procesos proyectuales como el género, ya que el diseñador “asume, de hecho, la responsabilidad de representar, en un proceso de decisión colectivo como el proyectual, los intereses de un futuro usuario, de actuar proyectualmente en nombre y por cuenta de los usuarios, de aceptar una delegación implícita para encarar y resolver problemas de cultura material” (Chiapponi, 1999:41).
De manera que el diseño debe permitir el ingreso del género como un factor de análisis dentro de sus procesos de creación de esta cultura material, así, sus productos se convertirían en una contrapartida a los intereses del desarrollo comercial y de reproducción ideológica dominantes, que desestiman las creaciones surgidas de procesos paralógicos en términos de Lyotard[2]. Puesto que no se trata de proponer un sistema social y económico alternativo a los vigentes, sino de actuar en espacios muy diversos para producir cambios concretos, en donde no se debe clasificar sobre lo verdadero y lo justo, lo masculino y femenino, lo santo y lo sacro en términos absolutos, si no que todo debe estar dentro de una pluralidad cultural contextual, y por ello, es necesario la defensa y proyección de la riqueza de la diversidad humana y sus creaciones.
De allí, que el análisis de género como categoría dentro de cualquier sistema económico al cual inevitablemente el diseño es inherente, “es una herramienta para visibilizar una de las mayores injusticias de la humanidad y sirve para formular políticas que tiendan a la eliminación de toda forma de discriminación como un tributo al avance en el respeto a los derechos humanos. No sólo eso, el análisis de género es una herramienta al servicio del crecimiento económico pues visibiliza las potencialidades” (Gálvez, 2001:10) y limitaciones que enfrenta de la población habitante de contextos, como el latinoamericano.
En donde dos principios han regulado las relaciones básicas entre los sexos y que muestran un consenso general en lo que a construcción de género se refiere; el primero, la división sexual del trabajo entre mujeres y hombres, pues es notorio el numero de mujeres que comparte por igual que los hombres el rol de proveedor económico de sus hogares. El segundo, se circunscribe al ámbito cultural, donde la desvalorización cultural de lo femenino en relación con lo masculino en el mundo de la vida, conforma impedimentos profundos que atentan contra la evolución de la economía regional, originada principalmente en el funcionamiento del mercado de trabajo, donde existe una alta desigualdad de ingreso, asociado a la desigual distribución del capital educativo entre los géneros en términos de validación de los diferentes al binomio varón/hembra.
Por esto, el espectro de inequidad se amplia respecto a la distribución de los frutos del crecimiento económico en términos de beneficios sociales (seguridad social, acceso a salud y vivienda) de participación política, económica y cultural, de deterioro ambiental, de integración social (participación social y expresión de demandas). Así desde el punto de vista del análisis de género, todo aquello que en el sistema económico y social impida o retrase sistemáticamente el acceso de hombres o de mujeres a algún derecho universal constituye una iniquidad de género. (Gálvez, 2001)
Mas aun, cuando la visión de genero queda reducida al concepto de familia nuclear, como en el sistema capitalista y en otroras épocas el socialista en occidente, ya que al tomar la familia como unidad básica de desarrollo social, desaparecen todos los derechos individuales de quienes componen roles de género, de parentesco, de autoridad y de subordinación diferentes a lo establecido (Scott, 1996). De tal manera que la unidad familiar o el hogar, “no es una unidad adecuada para los indicadores de género” (Gálvez, 2001) y por esto, desde el diseño y la creación es imprescindible generar productos que permitan la autodeterminación de subjetividades, por ello para poder hablar de equidad de géneros debe privilegiarse un enfoque individual.
Así, dentro del contexto latinoamericano avocado a un sistema capitalista sin contextualización tanto cultural, como de formas de producción y cuya seguridad económica ya no se basa en tener muchos hijos que aportan trabajo, sino en pocos hijos a los cuales dar más educación, y por tanto más posibilidades de tener trabajo, por lo cual, las familias tienden a ser más pequeñas, sin núcleo completo, con jefatura femenina y ausencia de cónyuge, dentro de un ámbito de creciente abandono del Estado de Bienestar[3] que lleva a que la seguridad económica familiar esté más basada en el mercado de la competitividad y la resilencia[4], que en la búsqueda de la equidad y la protección de los derechos individuales. Entonces, el contexto latinoamericano posee condiciones en términos generales, poco favorables para la equidad de genero, mas aun, cuando sus sociedades aun en procesos de urbanización y desarrollo de infraestructura[5], tardando bastante en adecuarse cambios económicos y culturales, por ende, perpetua condicionantes conservadoras culturales de género.
Lo que da pie a realzar la importancia de tener en consideración el género al diseñar, ya que “la resonancia simbólica y al reconocimiento social de las acciones, las visiones, los movimientos que los actores realizan en relación a sectores más amplios de la sociedad a través de la cual los otros se incluyen y viven, de alguna manera, en el mundo evocado y convocado como viable, como deseable, como apropiable” (Gilabert 1993:37).
Así, la categoría de análisis del género dentro de los procesos de creación particularmente en diseño, no podrá, ni deberá codificarse en términos presupuestados y conocidos de masculino o femenino, varón o hembra, homosexual o heterosexual, gay o lesbiana, etc. pues son sus significados los que necesitan ser extraídos de los productos de diseño generados en contexto. Ya que “cuando el género es una pregunta abierta sobre cómo se establecen estos significados, qué implican, y en qué contextos, entonces sigue siendo una categoría útil para el análisis, por ser crítica” (Scott, 2008:101)

Por ello “si tratamos la oposición entre varón y mujer, no como algo dado sino problemático, como algo contextualmente definido, repetidamente constituido, entonces debemos preguntarnos de forma constante qué es lo que está en juego en las proclamas o debates que invocan el género para explicar o justificar sus posturas, pero también cómo se invoca y reinscribe la comprensión implícita del género porque sugiere que el género debe redefinirse y reestructurarse en conjunción con una visión de igualdad política y social que comprende no sólo el sexo, sino también la clase y la raza”. (Scott: 1996:36)

De allí que el diseño enmarcado en estereotipos normativos de genero, desde un eje femenino: hogareño-artesanal-protector- decorativo, en el cual la validación de minorías étnicas, colectivos artesanales y mascotas son los objetos de estudio con una fuerte perspectiva histórica, junto a un eje masculino de aplicación tecnológica – financiera, donde todo dispositivo tecnológico, incluyendo automóviles y motocicletas son el centro de estudio desde una perspectiva prospectiva, (Gutiérrez, 2010:74), deba virar hacia procesos de diseño mas cercanos a una estética femenina y/ó que precisen claramente si los objetos son de uno u otro sexo ó son unisex, para evitar que la cultura material creada, sostenga los conceptos hegemónicos y de posicionamiento del genero en la mentalidad del colectivo social, para el desarrollo de proyectos que no representen barreras para niños, niñas, mujeres, hombres, ancianos y/o discapacitados. (Gutiérrez, 2010, citando a Weisman ,1992, Garone 2003).

Evitando así que los cánones de lo masculino y lo femenino sean “prerrogativa exclusiva de nadie, o inclusive trascendiéndolo en pos de construcciones ciborg-generizadas, que dilúyanlo masculino y lo femenino en lugar de fusionarlos a la luz de un artificialización meditada, asumida y construida en esta Colombia y este 2010, aquí y ahora.” (Gutiérrez, 2010:76) haciendo que los diseños, fruto de un proceso creativo donde se apropian conceptos, desarrollan representaciones y demarcan maneras de percibir, movilizarse, sentir, imaginar y habitar el mundo de la vida en contexto, se conviertan en guías que fundamentan la acción de los actores sociales y su cultura material, la cual, se construye como discurso relativamente irracional (Eco,1995), en la medida en que no ha de rendir cuentas a ningún tipo de racionalidad, rompiendo los paradigmas dominantes del género, como categoría de clasificación, para incluirla permanentemente como categoría de análisis critico de los procesos creativos, para lograr que dentro de los sistemas económicos, exista una re significación del genero desde una perspectiva de los derechos individuales y en contexto.

De allí la importancia de generar diseños contextualizados, con innovación de las formas de organización de las relaciones de producción y las características de localización (Ruiz, 2006), mejorando los contextos económicos, sociales y geográficos, creando oportunidades de inserción en usos y configuraciones productivas diferentes a las tradicionales, pero referentes de una sociedad que a través de su historia y desarrollo han sido mediadas por un modelo económico impuesto, que ha permitido avances y creado nuevas concepciones de modos de vida, pero que al mismo tiempo a negado raíces culturales y subjetividades propias del existir.

Por lo que, la inclusión de la categoría de genero en la proyección económica y social de los objetos de diseño, será representativo en esquemas de mayor flexibilidad en la producción, mayores posibilidades de personalización, con gran demanda y de correspondencia con el usuario actual. Cualificaciones que permitirán consolidar un mercado interno latinoamericano, abriendo espacio para la creación de nuevas empresas y aportando a las empresas existentes, claras estrategias de creación de trabajo. En las cuales, se posibilite la construcción de procesos, productos y mercados con prospección y adecuado aislamiento de problemáticas que permitan establecer estrategias de oportunidad para un desarrollo de modelos investigativos de diseño aplicados, tendientes a aceptar y comprender como desde distintas perspectivas, se pueden desarrollar formatos de producción contextualizados en, desde y para el desarrollo regional latinoamericano.
Referencias
·          Eco, Umberto. (1995) Tratado de Semiótica General. 5° edición  Madrid España: Blume
·          Gálvez, Thelma (2001) Aspectos económicos de la equidad de género. Informe de la unidad de desarrollo. CEPAL. ONU. Santiago de Chile.
·          García Canclini, Néstor (2006) “El consumo cultural un propuesta teórica” en: El consumo cultural en América Latina. Construcción teórica y líneas de investigación/Coordinador Guillermo Sunkel. Bogotá. Convenio Andrés Bello. Colección Agenda Iberoamericana. Pp. 72 - 94
·          Garone Gravier, Marina (2003b) El enfoque de género en la teoría y la práctica del diseño. En: Las rutas del diseño. Mexico: Designio.
·          Gilabert, César. (1993) El Hábito de la utopía. Análisis del imaginario sociopolítico en el movimiento estudiantil de México 1968. Instituto Mora-Porrúa Madrid España: Blume.
·          Gutiérrez Borrero, Alfredo (2010). Lo femenino y lo masculino: Representaciones en los discursos de diseño (Esbozo del caso colombiano en perspectiva de genero) Ponencia del Foro Des concentrar el diseño. Universidad Jorge Tadeo Lozano. Bogotá.
·          Lesbalay, Marcelo. (2004) “El mobiliario post-artesanal en Latinoamérica”. En: Team Fierro Furniture Design 04, Argentina. Latin American Team Fierro. Pp. 55-60.
·          Margolin, Victor (2002): The Politics of the Artificial. Essays on Design and Design Studies. Chicago and London The University of Chicago Press.
·          Pérez Urbaneja, Elina.(1997) “La promoción del diseño industrial en Venezuela (Parte III): Cultura material y Cultura del diseño” [En línea] disponible en: http://www.analitica.com/va/arte/portafolio/9886356.asp. Consultado en agosto de 2010
·          Ruiz Granada, Lucia. (2006), “Empresas y acumulación de capital social en un mundo global”. En: Revista Páginas UCPR 75. 66 -80
·          Scott, Joan W. (1996) El género: Una categoría útil para el análisis histórico. En: Lamas Marta Compiladora. El género: la construcción cultural de la diferencia sexual. PUEG, México. 265-302p.
·          Scott, Joan W. (2008) Género: ¿Todavía una categoría útil para el análisis? Institute for Advanced Study. Consultado en http:// manzanadiscordia. univalle.edu.co/ volumenes/ artículos V6N1/art9.pdf. Julio 2012.
·         Weisman, L (1992) Discrimination by design: A feminist critique of the man-made environment. Urbana:University of Illinois Press. Chiaponni, Medardo. (1999). Cultura social del producto: nuevas fronteras para el Diseño Industrial. Buenos Aires: Infinito.
·          ----- (2008). Género sexual neutro. EN. elpais.com/sociedad/2010/03/16/actualidad/1268694006_850215.html, Consultado en julio de 2012

METÁFORA VISUAL FINAL A PARTIR DELA REFLEXIÓN DEL DOCUMENTO





[1] El rescate y reconstrucción del Mundo de la Vida fue propuesto por Husserl como piedra angular para el proyecto de la Fenomenología, como cambio hacia un nuevo paradigma. Es a lo que Freud llamaría el “YO”, y en lo que más tarde se basaría Habermas para construir su racionalidad comunicativa. (http://tanialu.co/2009/09/23/el-mundo-de-la-vida-de-husserl/
[2] Para ampliar el termino ver La condición Postmoderna de François Lyotard de 1987.
[3] Estado del Bienestar es un concepto de las ciencias políticas y económicas con el que se designa a una propuesta política o modelo general del Estado y de la organización social, según la cual el Estado provee ciertos servicios o garantías sociales a la totalidad de los habitantes de un país.1 Más que un concepto específico, se considera que el término es una categoría práctica para designar, ya sea un conjunto de propuestas o una propuesta general acerca de cómo el Estado debe o puede proceder.

[4] Este concepto se define como la capacidad de una familia para recuperarse de circunstancias adversas y salir de ellas fortalecida y con mayores recursos para afrontar otras dificultades de la vida
[5] Frente a esto, es bueno hacer referencia a las condiciones en las cuales países como Colombia han entrando a las dinámicas del libre comercio, aun sin la infraestructura adecuada para la logística de su producción y sin la preparación cultural para conservar el patrimonio cultural material que posee. Según diversos estudios este atraso es de 15 años en promedio.

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